En este post te explicaremos cómo catar un vino, los pasos y consideraciones previas, será tu guía para principiantes. Al terminar de leer este artículo, podrás disfrutar y analizar las sensaciones que produce un vino al degustarlo. Para esto, debes comenzar a afinar tus 5 sentidos, pero sobre todo los 3 que participan en la cata de vino: la vista, el olfato y el gusto.
Catar un vino es una experiencia que se basa en el entrenamiento de los sentidos para que sean más agudos y receptivos. Lo más irónico de esto, es que a diario catamos productos, solo que no pensamos en ello. La diferencia con el vino es que es un producto más completo que ofrece más posibilidades para emplear todos los sentidos.
Debes saber que en cada cata no existe una verdad absoluta, pues los aromas y sabores que se aprecian no son únicos, dependen mucho de la experiencia de cada persona.
¿Qué es una cata de vino?
La cata de vino se refiere a disfrutar un vino usando todos los sentidos para intentar comprenderlo, conocerlo, descubrirlo, hallar sus defectos y virtudes, y posteriormente poder expresar con palabras todo lo que percibió. Para hacer todo esto no es necesario que seas especialista, solo debes tener ciertas consideraciones previas que te vamos a mencionar a continuación:
- El espacio donde se realiza la cata debe estar iluminado y bien ventilado.
- No debes ir perfumado o con cualquier otro olor externo.
- En caso de que se vayan a catar varios vinos, se debe hacer en copas distintas para cada vino, en la medida de lo posible.
Paso a paso para catar vino
Para catar vinos se debe pasar por tres fases, que son: visual, olfativa y gustativa. En cada fase se experimentan distintas sensaciones, estas dependen de cada persona. Continúa leyendo para que sepas cómo se realiza cada fase.
Fase visual
La cata de vino empieza por descorchar y servir el vino, oler el corcho para que te dé pistas. Coge la copa por el tallo o la base para no calentar el vino, inclínala unos 45° sobre un fondo blanco, puede ser una hoja de papel con texto. Hecho esto debes observar el color, pues esto te dará una idea de la edad del vino.
Lo que debes buscar son los colores amarillos. Estos, según su intensidad, va a permitirte determinar la edad del vino, pues todos los vinos, sean blancos, rosados o tintos, tienen taninos. Esta es una sustancia astringente que a medida que envejece pasa de incoloro a amarillo hasta llegar al dorado. En los vinos blancos es fácil observar dicha tonalidad, verás un tono amarillo verdoso o pajizo en los más jóvenes y un dorado en los más envejecidos. Pero en los tintos se hace más difícil.
Para vinos tintos, cuanto más rubí o color cereza y brillante sea el vino, significa que es más joven. Cuando es más granate o teja, casi anaranjado, este suele ser un vino más viejo con crianza. Si se nos hace difícil o imposible leer el texto que hay detrás de la copa, entonces es un vino de capa alta. En caso contrario, si se puede ver claramente a través del vino, entonces es un vino de capa baja.
Luego debes medir la densidad del vino: a mayor densidad mayor es la concentración de alcohol y más graduación. Para determinarlo lo que debes hacer es mover ligeramente el vino por la copa y ver cómo caen las lágrimas de vino: si caen lentamente su densidad es alta, si caen rápidamente entonces son de menor densidad y tendrá menor grado de alcohol.
Intenta detallar si el vino presenta pequeñas burbujas en la pared de la copa, esto suele ocurrir en los vinos blancos jóvenes, y se debe a que el gas carbónico está presente en todos los vinos, y se produce de forma natural durante la fermentación. Su cantidad es tan baja que casi es imperceptible a la vista y a la boca, pero en algunos casos se logran ver y es un dato importante.
En base a esto, para una cata visual rápida debes detallar que el color sea atractivo, brillante y sin impurezas, esto es lo que caracteriza a un vino de máxima puntuación y te hará querer oler rápido el vino.
Fase olfativa
Ahora pasamos a la fase olfativa, donde sin agitar el vino vas a meter la nariz y oler. Identifica los aromas primarios, estos son propios de la uva, su naturaleza es frutal o vegetal. Luego procede a agitar ligeramente la copa, para poner el vino en contacto con el oxígeno y que así desprenda más aromas. Los aromas secundarios son producto de la fermentación alcohólica y maloláctica, son más dominantes en los vinos jóvenes.
Luego, debes seguir agitando para percibir los aromas terciarios, que se conocen como bouquet. Estos son difíciles de adivinar, se originan durante y después de la crianza del vino, son clasificados en distintas familias: animal, vegetal, torrefactos, frutos secos, entre otros. Este corresponde a olores asociados con el envejecimiento del vino en depósitos, barricas o botellas.
El aroma del vino puede indicarte qué tipo de vino es, y si bien esta fase depende mucho de cada persona y sus capacidades olfativas, el proceso siempre es el mismo que indicamos antes. Cada aroma depende de la variedad de uva que se haya usado, el proceso de fermentación, la crianza, el tipo de barrica, etc.
Es importante aclarar que gran parte de lo que se suele saborear es olor, de ahí que esta fase sea la más importante para apreciar el vino. No obstante, el vino debes olerlo con moderación para así evitar el efecto anestésico y que no se fatiguen los bulbos olfativos que se encargan de recibir las moléculas gaseosas que llevan el aroma. Cuando los bulbos olfativos se fatigan, entonces te acostumbras a un olor y dejas de percibirlo, aún más si estas en un entorno cerrado. Para evitar que esto pase, debes dejar pasar unos minutos entre cada inhalación, o puedes mover levemente tu cara.
Cada inhalación debe ser larga y profunda, pero a su vez, cortas y vigorosas, se debe ir alternando ambas. Entre el vocabulario de los aromas están varios términos que permiten describir las notas olfativas, los más usados son:
- Florales: rosa, violeta, acacia, jazmín y azahar.
- Especiados: pimienta, clavo, regaliz, anís y canela.
- Frutales: limón, pomelo, grosella, cereza, manzana, melocotón, albaricoque, pera, melón, piña y litchi.
- Vegetales: paja, maleza, heno, hierba, espárrago y aceituna.
- Animales: caza mayor, almizcle, cuero, piel o lana húmedas.
- Balsámicos: resina, pino, roble, cedro y vainilla.
- Empireumáticos: cocido, matices de asado, pan tostado, café, caramelo, alquitrán y ahumado.
- Químicos: levadura, azufre, esmalte de uñas, vinagre y plástico.
- Minerales: fósforo, creta, suelo volcánico, tierra, aceite, petróleo y gasolina.
- Varios: nuez, miel y mantequilla.
El aroma que se perciba con el olfato da pistas sobre lo que se va a encontrar la boca. El vino debe ser limpio, no debe presentar aromas de habitación cerrada, huevo podrido u hongos, pues son aromas negativos que enmascaran los aromas reales del vino. Si logras distinguir perfectamente los aromas reales del vino, y su intensidad es alta, entonces será una experiencia interesante y aromática.
Justo en esta fase debes recurrir a tu memoria olfativa, recordar y encontrar aromas que ya has incorporado anteriormente. Si durante esta fase detectas olores defectuosos como un olor avinagrado u olor a podrido, entonces esto te da señales de que hubo irregularidades durante el proceso de elaboración o crianza del vino.
Fase gustativa
Las primeras sensaciones que recibes cuando pruebas el vino se denomina ataque, con la lengua lo debes pasar de un lado al otro para poder apreciar los 4 sabores básicos: salado, dulce, ácido y amargo. Cuando estos 4 sabores logran el equilibrio perfecto en un vino, se denomina redondo.
Luego debes determinar la textura. Esto se define con adjetivos como seda, terciopelo o satén. En este punto se involucra el sentido del tacto, debes notar la suavidad o untuosidad, estos son factores positivos, y si en su lugar detectas la astringencia y rugosidad, esos son factores negativos.
Las sensaciones táctiles que puede percibir la lengua dependen de la graduación alcohólica, fluidez e intensidad de sabor, y se reflejan en el cuerpo. Si se identifica la sensación de astringencia, esta hace referencia a la sequedad y causticidad en las encías que queda en la lengua y paladar cuando el vino deja la boca, esta es generada por el contenido de taninos que tiene el vino.
Si el vino tiene la temperatura adecuada, entonces realzará el sabor del vino, si es demasiado frío o caliente entonces pueden perderse las sensaciones olfativas y de sabor. El vino blanco se debe tomar con una temperatura entre los 10°C y los 14°C, nunca frío. Por su parte, el vino tinto, se debe servir entre 15°C y 18°C, nunca a temperatura ambiente.
Posteriormente debes analizar vía retronasal. Puedes tragar el vino o escupirlo (si vas a catar varios vinos esto es aconsejable, porque el alcohol puede afectar). Luego debes expulsar el aire por la nariz, y concéntrate en darte cuenta si durante un tiempo percibes las mismas sensaciones, en ese caso puedes decir que ese vino es de larga retronasal.
Para terminar con esta fase, debes indicar qué final te ha dejado el vino. Entre los más comunes están el tánico o ácido, entre otros. Quizás el final no es muy definido, en algunos casos puede ser un final poco agradable, este se denomina sucio; la persistencia de este final te indica si es un vino corto (dura menos de 2 segundos), mediano, largo o muy largo (entre 9 y 12 segundos).
Los sabores que se conocen, se aprecian en distintas zonas de la boca al catar un vino. Si es dulce se percibe en la punta de la lengua, salado hacia los laterales del centro, ácido solo a los lados, amargo al final de la lengua.
Los gustos, junto con el aroma, potencian y conforman la creación de un determinado sabor. Los vinos blancos tienen sabores frutales, cítricos y otros como limón, naranja, pomelo, melocotón, pera, albaricoque, manzana, melón, grosella o litchi. Estos sabores dependen mucho de la edad del vino: los más jóvenes son más cítricos, más ácidos. Los añejos, son de sabor más a fruta madura, son más dulces, estos se parecen más a frutos rojos como cerezas, ciruela, grosella, frambuesa, fresa y mora, pudiendo evolucionar a otros matices balsámicos, minerales o especiados.
Puedes evaluar también la persistencia de los gustos, si duran un tiempo breve o no, puedes sentir la concentración de cada vino con tu paladar, algunos son con más cuerpo o más livianos, si sientes que la boca se te llena, este es un vino concentrado.
Consejos para aprender a catar vino como un profesional
Para finalizar el artículo te dejamos algunos consejos para que puedas aprender y desarrollar habilidades como catador/a de vino profesional:
- Cata distintos vinos, de calidades y características distintas, rosados, blancos, tintos. Lo mejor es entrenar tus sentidos, como la vista, el olfato y el gusto, así catarás cada vez mejor.
- Haz comparaciones entre vinos similares, prueba vinos de una misma región, variedades, o distintos estilos de vinificación.
- Establece tus propios métodos y estilos, luego aplícalos en todas tus catas.
- Desarrolla un vocabulario, debes dedicarle todo el tiempo necesario hasta que encuentres el término exacto que define una sensación.
- Comienza con ayuda de alguien que domine la cata, aprende todo lo que puedas en tus inicios.
- Trata de catar a ciegas, no dejes que influyan las etiquetas y precios, así podrás percibir mejor las sensaciones.
- Las copas deben estar limpias, sin olores, nada de detergentes, desinfectantes o humedad.
- Las copas ideales para catar son las clásicas, en forma de tulipán, o llamada también copa de degustación.
- Debes sostener la copa por el pie o por el tallo, nunca por el cáliz o cuerpo, para evitar que el vino gane temperatura transmitida por el calor de tus manos.
- No debes llenar la copa hasta el borde, la medida ideal es solo un tercio de la copa.
Siguiendo estos consejos podrás catar vinos como todo un profesional, y nadie sospechará de ti, ya ves que es algo que necesita mucha práctica, pero no es imposible. Esperamos que con este post te hayamos ayudado y si te gustó recuerda compartirlo con tus conocidos.