Termina el mes de septiembre, y con él, casi la vendimia, o al menos la parte en la que cosechamos la uva en cada parcela y subparcelas que tenemos en nuestras 4 fincas principales.
Pero la vendimia no termina aquí. Como os hemos contado en otras ocasiones, cuando llega la uva a la bodega en cajas seleccionadas, comienza un proceso en el que recorrerá diferentes paradas. Hoy os vamos a hablar sobre los depósitos en los que fermentamos y criamos nuestros vinos. El otro día veíamos qué era la vinificación integral en un vino, hoy nos centramos en el uso de las tinas de madera y las fudres de hormigón, ya que varios de nuestros vinos pasan por estos procesos.
Cada vez está más extendido encontrar en las bodegas barricas de gran capacidad, como en las que hacemos vinificación integral, de 300 o 500 litros. Ya dijimos que entre los beneficios de esta práctica esta por ejemplo que el volumen del vino aumenta exponencialmente, y los taninos y sabores de la barrica son mayores. Es muy importante adecuar el tipo de madera, de donde procede, su tamaño y su tostado, y esto es una tarea para el enólogo. Por ejemplo, hace años estaba más de moda que los vinos supiesen a madera, y en los últimos años esa tendencia ha cambiado, dando mayor importancia a la fruta.
En Bodegas Tamaral tenemos esto muy en cuenta a la hora de elaborar nuestros vinos, ya que buscamos una perfecta integración entre fruta y madera, con el objetivo de que la variedad tempranillo se sobreponga en todo momento.
Pero, volviendo a las tinas y fudres. Las tinas o los tinos son depósitos (en este caso de madera) que se ubican en posición vertical y pueden se de forma cilíndrica o troncocónica. Su capacidad puede variar desde los 1000 litros hasta los 4.500 litros, como en nuestro caso, o incluso superior. Una de las razones por las que muchos elaboradores optan por tinos frente a depósitos más pequeños, como las barricas, es el respecto por el vino, ya que mantiene sus características primarias.
Otro de los depósitos que utilizamos es el huevo de hormigón, y te contamos alguna de sus ventajas. Los depósitos de acero inoxidable han sido los grandes protagonistas en el pasado, pero están ganando terreno este tipo de depósitos de cemento. En nuestro caso son ovoides. Al ser un material poroso, los vinos reciben un aporte de oxígeno y evolucionan lentamente, lo que hace que los taninos se pulan y se hagan redondos y finos. Obtendremos vinos con mayor armonía, con gran potencia de fruta y gran equilibro. También serán más longevos. Por último en estos depósitos no hay aporte de aromas, por lo que vamos a conservar la fruta en su máxima expresión.