Una de las grandes dudas que pueden surgir alrededor del universo del vino, sobre todo a la hora de la elección, es en qué se diferencian un vino joven, un crianza, un reserva y un gran reserva. Pese a que existen elementos comunes que ayudan a su clasificación, lo cierto es que podemos encontrar otras variables que dependen del envejecimiento, del tipo de suelo, el tiempo de elaboración, el tiempo de guarda, entre otras.
Aunque en términos generales, los términos joven, crianza, reserva y gran reserva vayan de la mano del tiempo en barrica, existen otras diferencias importantes a tener en cuenta a la hora de elegir un vino y saber clasificarlo. En España, por ejemplo, el vino se clasifica por el tiempo de envejecimiento. Es decir, por el tiempo que el producto ha estado en la barrica y en la botella antes de ponerse a la venta. En esta clasificación entra en juego una variable muy importante: el Consejo Regulador de la Denominación de Origen y la bodega en sí. Aún así existen características comunes. Te lo contamos:
La edad del viñedo y el lugar en el que se ubica
Una de las primeras variables a tener en cuenta a la hora de hablar de la clasificación de los vinos en joven, crianza, reserva y gran reserva es el viñedo. La calidad, la procedencia y la maduración de las uvas serán diferentes según el tipo de vino que se vaya a elaborar.
En lo que respecta a los vinos jóvenes, las viñas que se usarán para la elaboración de estos vinos también serán de corta edad. En este caso, la maduración de las uvas será más larga. Con ello se consiguen vinos más afrutados, con taninos más suaves, que darán como resultado caldos menos agresivos que un crianza o un reserva.
En el caso de los vinos de crianza, reserva y gran reserva, las uvas proceden de viñedos con más edad, lo que aporta una mayor cantidad de taninos. Esto será una parte importante para el resultado del producto final: de ello dependerá la calidad final del vino.
La fermentación del vino
La fermentación será otro punto importante a la hora de elaborar y clasificar los vinos. En el caso de los vinos jóvenes, sus fermentaciones serán a temperaturas bajas para conseguir un producto con aromas suaves. De esta forma, la maceración de las pieles (hollejos) y el mosto será simple, en contraposición con otros tipos de vino donde será más potente.
Los vinos crianza y reserva tendrán fermentaciones más largas con temperaturas más altas con el objetivo de conseguir el mayor número posible de taninos. Esto le dará al producto final un acabado redondo, donde el vino contará con una fuerte estructura y mejores cualidades.
El tiempo de crianza
Ahora, y en resumen, pasaremos a explicar la clasificación más general de estos vinos teniendo en cuenta su tiempo en barrica.
En lo que respecta a los vinos jóvenes, contarán con un menor tiempo de envejecimiento en barrica. El vino roble estará entre 3 y 6 meses en barrica, esto ayudará a resaltar los toques florales y frutales del mismo.
Los vinos crianza tendrán un envejecimiento menor a 24 meses en barrica, siendo lo más común entre 6 y 12 meses en barrica, y el resto en botella. En nuestra Denominación de Origen, Ribera del Duero, la crianza en barrica será de 12 meses.
Los vinos reserva tendrán un periodo de envejecimiento de un mínimo de 3 años. 12 meses será en barrica, al menos, y el resto en botella de la misma manera que los vinos crianza. En el caso de los vinos blancos y rosados, este envejecimiento estará en 18 meses, acortando así el tiempo hasta su salida al mercado.
Los vinos gran reserva tendrán un envejecimiento de 5 años. Al menos 18 meses deben darse en barrica y el resto en botella. En nuestra Denominación, la estancia en barrica debe ser de 24 meses. En lo que respecta a los vinos rosados y blancos, esta será menor: 48 meses de envejecimiento, 6 en barrica.