El riego en las viñas en uno de los temas que siempre crea polémica, teniendo tantos defensores como detractores.
Como tantas otras cosas, nada es absoluto, el riego puede ser bueno o malo, según el uso que se haga de él. Es lo mismo que internet, si lo usas para estudiar o para ver películas es bueno, pero también puedes encontrar cómo fabricar bombas.
En primer lugar hay que tener en cuenta que las plantas no comen, beben, con lo que si no hay un nivel de humedad adecuado se mueren de hambre también.
El agua es, además, el líquido refrigerante de las viñas, como el agua de un motor, así que, es imprescindible para el buen desarrollo de las cepas.
Este agua puede venir del cielo en forma de lluvia o nieve, de la humedad ambiental especialmente con las rociadas, o ser aportado con sistemas de regadío.
La vid es una planta mediterránea, y en la mayoría de las zonas donde se cultiva la lluvia va de 300 a 600 litros por metro cuadrado al año, pero con un reparto muy desigual a lo largo de las estaciones, siendo los meses de verano los mas secos, justamente cuando la planta tiene una mayor necesidad de agua.
Si una viña no dispone de agua para ser regada no hay más que hablar, no se puede regar. Pero si disponemos de agua para regar, la tentación de hacerlo es grande, pudiendo ser un arma de doble filo.
Antes de continuar, un pequeño apunte de fisiología de la vid. Justo después de la floración y cuajado llega el momento de la multiplicación celular de las bayas, período en que se determina el tamaño máximo que puede alcanzar esa baya en el momento de la vendimia. Si en esa época la planta cuenta con suficiente agua, los granos serán grandes en el futuro, pero si le falta agua se conformarán bayas pequeñas, que aunque se rieguen a discreción en verano, no engordarán demasiado.
Así que, si invierno y primavera han sido muy secos sería bueno regar en ese momento, normalmente Junio, para que los granos alcancen un tamaño normal.
Pero si el invierno y la primavera han sido generosos en lluvias, es mejor no regar hasta bien entrado el verano, con las bayas ya grandes e incluso enveradas, para evitar tener bayas como ciruelas, lo peor para la calidad de los futuros vinos.
Otra época en la que regar es durante las olas de calor. Las plantas, lo mismo que las personas, sufren golpes de calor, pudiendo morir de forma inmediata, especialmente en esos días de más de 35 grados si no disponen de agua para refrigerarse en el suelo ni de rocío en las madrugadas. En esos momentos los riegos no son para buscar calidad ni cantidad, son de supervivencia.
El tercer tipo de riego son los de verano, entre el envero y unas 3 semanas antes de la vendimia. En este momento los pequeños aportes pueden ser maravillosos para conseguir una gran calidad, siempre que el cielo no nos los haya aportado gratis, pero si se riega en exceso se puede provocar un desarrollo importante de hongos, especialmente botrytis o podredumbre, y aromas y sabores herbáceos en los futuros vinos.
De entre los sistemas de riego, el riego a manta y el riego por aspersión no son adecuados, por el alto consumo de agua, un bien cada día mas escaso, y por el alto riesgo de desarrollo de hongos y de erosión. El mejor sistema de riego es el gota a gota, se gasta menos agua y es muy eficaz.
También disponemos de sistemas de ayuda para una buena gestión del viñedo y del riego. Estaciones meteorológicas para ver lo que ha hecho y la cantidad de lluvia acumulada. Cada día mejores predicciones meteorológicas, no sea que reguemos hoy y mañana caigan 40 litros de lluvia… Sondas de humedad a diferentes niveles del suelo para ver las reservas reales en tiempo real y saber si hay que regar o no. Dendrómetros que miden la actividad de la planta para ver si están estresadas o no. Imágenes de satélite que nos dan la evapo-transpiración y nivel de vegetación de cada finca, etc. Por supuesto todas estas herramientas no evitan estar en el día a día en las viñas, son solo una ayuda.
En Bodegas y Viñedos Tamaral sólo tenemos una viña con riego, y no la regamos más que una vez al año de media. Aunque las lluvias no son muy importantes en Ribera del Duero, normalmente son suficientes, y además, contamos con un gran aliado, la altitud, que hace que incluso en los meses mas cálidos tengamos rocío casi todas las mañanas, siendo esta humedad que la planta absorbe por las hojas suficiente al menos para mantenerlas frescas como lechugas, aunque no sirve de mucho en aquellos en que el objetivo es tener mucha cantidad…