Semana Santa: vino y tradición en la mesa

Semana Santa: vino y tradición en la mesa

El vino ha estado tradicionalmente ligado al cristianismo y cuenta con una gran importancia en la historia de la religión. En las liturgias católicas, el vino representa el cuerpo de Cristo y se convierte en uno de los puntos claves de los rituales de la misa. Y en la Biblia, siempre ha tenido un simbolismo divino. De hecho, el vino y su proceso de elaboración se nombra hasta en 150 ocasiones en las sagradas escrituras. Por ello, no es de extrañar que en la Semana Santa que celebramos ahora, el vino tenga un lugar privilegiado en la bautizada como Semana Mayor. 

 

Pero, ¿qué opciones nos presenta el vino a la hora de rendir tributo a esta celebración? Desde gastronomía típica acompañada de diversos caldos, hasta el enoturismo latente por estas fechas, el vino brinda un sinfín de posibilidades a la hora de rendir culto a esta conmemoración cristiana.

La gastronomía de Pascua, por ejemplo, se caracteriza por largas tradiciones y recetas arraigadas a la cultura occidental, que conforman la mesa de la semana grande del catolicismo. Torrijas, pestiños, rosquillas, buñuelos, monas de Pascua, leche frita, frixuelos, borrachuelos, los platos típicos de esas fechas se suceden por toda la geografía española. A estas costumbres culinarias se le suma la abstinencia de carne y las preparaciones representativas de estas fechas para seguir con esa tradición, como es el caso del bacalao en salazón -que puede ser elaborado en tortillitas, croquetas o buñuelos-, los potajes de Vigilia o sopas de ajo, además del pan como base de muchas recetas. Las posibilidades se tornan extensas, también a la hora de acompañar el vino.

 

¿Qué vinos acompañan a la gastronomía de Semana Santa?

 

Los postres cuaresmales son dulces contundentes con sabores melosos acompañados, muchos de ellos, de frutos secos como las almendras o las nueces. Los vinos que acompañan a estas recetas deben maridar a la perfección con las propuestas golosas que nos invaden en Semana Santa. Por ello, un vino blanco dulce o un espumoso semiseco serán las opciones perfectas para no invadir nuestro paladar de un dulce excesivo.

 

Aunque el Viernes Santo ha sido tradicionalmente el día para beber vino tinto, las opciones -dependiendo de las comidas que se preparen- se abren ante nosotros. Los platos a base de pescado maridan de forma exquisita con vinos blancos como un Albariño D.O. de las Rías Baixas afrutado y fresco o un Verdejo de D.O. de Rueda de aromas frutales y florales. 

Los potajes o sopas, sin embargo, tendrán de acompañante perfecto a vinos de uva tinta. Dependiendo de la contundencia del plato de cuchara se podrá elegir entre un gran abanico de opciones. El potaje de Vigilia, por ejemplo, pueden ser acompañadas de un Roble, por ejemplo de uva garnacha tintorera, un vino joven con una gran potencia de frutos rojos en el paladar que ayudarán a potenciar el sabor del plato. En el caso de las sopas de ajo y otros platos de cuchara más livianos la opción de vino tinto Crianza o Reserva elaborados con  uva 100% tempranillo, conformarán un paladar untuoso y la combinación perfecta.

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